Financiar proyectos de energía en El Salvador es un negocio complicado. Se requiere de paciencia tanto como conocimiento para navegar a través de los diferentes obstáculos legales que pueden interponerse en el camino de un trámite de aprobación. Por años el sector bancario ha promulgado su apoyo para los proyectos renovables. Usualmente este apoyo proviene de mejores condiciones en plazo o tasas de interés, pero es bastante difícil separar estos términos más amigables hacia proyectos renovables de las tasas de interés actuales en el mercado financiero internacional.
En este sentido, si un banco ofrece una menor tasa, no es necesariamente porque está apoyando proyectos renovables, sino porque dichas tasas han disminuido en el mercado internacional. Por lo que aun cuando el costo de capital es más bajo, nada más ha cambiado.
Aún existe una gran inclinación en otorgar financiamiento a proyectos de gran escala mayorista, es fácil, o al menos es lo que aparenta ser. Solamente se necesita de un comprador, un PPA firmado con dicho comprador y control del terreno o techo donde se desee construir la planta.
Es aquí donde los bancos se sienten cómodos -pero les ha tomado años-. Han sido capaces de llevar a cabo algunos financiamientos de proyectos renovables, tratando de no ver el negocio en términos del otorgamiento del crédito, sino midiendo el proyecto de forma independiente.
Muchos de los grandes proyectos han nacido de licitaciones lanzadas por las compañías de distribución, las cuales fueron incentivadas y promovidas por el estado. Excelentes precios relativos fueron fijados al principio, ahora ya no.
Con los nuevos tipos de generación de energía que se prospectan para ser lanzados en los próximos años, los proyectos con buenos precios contratados serían bastante rentables, pero los nuevos proyectos con condiciones menos favorables podrían observar una considerable compresión del margen o incluso no ser rentable.
Un vistazo rápido por los documentos de planificación del Consejo Nacional de Energía (CNE) muestra la posible disminución de los precios actuales. Esto podría ser problemático para algunos.
Fuente: Merelec de documentos del CNE.
En este escenario de precios más bajos para los próximos, deberíamos alegrarnos de que mejores precios por fin lleguen al usuario final o consumidor. Pero si se observa el caso real de 2016-2019 se han alcanzado precios más bajos incluso antes de toda esta nueva generación planificada. Por lo que no es el caso que necesitemos más generación, sino una más eficiente.
El sector bancario sigue enamorado -como cualquiera lo estuviera- de financiar grandes proyectos, pero si la reducción en precios está a la vuelta de la esquina ¿Sería esto prudente desde una perspectiva de riesgo de crédito? Solo con el tiempo lo sabremos.